LA ÉTICA DEL CIERRE por Maria de Arcos
Ayer, hacia el final de una partida de club y acumulando cien puntos de ventaja sobre mi contrincante, deslicé sibilinamente una G ante la E final de un goloso triple aún desierto, abortando así la posibilidad más viable de encontrarme en dificultades. Ante la maniobra, él exclamó: “¡Eso no se hace!”. Dicha reacción, naturalmente dentro…