Si con una bella voz alguien cantara, con todo y falsete, “Malacitana salerosa”… se escucharía raro, ¿verdad?, y es que los autores de esta famosa canción mexicana usaron otro vocablo válido y más conocido -malagueña- para referirse a la hermosa mujer en cuestión, quien se distinguía por provenir de Málaga, España.
Hoy, por cortesía de jugadores de Scrabble de varios países hispanohablantes (a quienes agradezco su gentileza), ampliaremos el tema de los adjetivos gentilicios, que se usan también como sustantivos y son los que denotan el origen geográfico de las personas o su nacionalidad.
Habíamos comentado lo difícil que es conocer el gentilicio correcto para cada lugar, ya que la Real Academia Española (www.rae.es) ha aceptado muy pocos. En su Diccionario Panhispánico de Dudas, la RAE enlista los países reconocidos por la Organización de las Naciones Unidas y sus capitales, pero apenas un 60% de esta lista tiene un gentilicio aceptado en nuestro idioma.
Un amigo argentino nos aclara que los bonaerenses son los nacidos o que viven en la provincia de Buenos Aires, mientras que los de la ciudad de Buenos Aires son porteños. A su vez, un colega salvadoreño nos comparte que a sus paisanos también se les llama coloquialmente guanacos.
Algunos jugadores españoles nos dieron ejemplos interesantes: complutense, para los habitantes de Alcalá de Henares, ciudad de la provincia de Madrid; bilbilitano, natural de Calatayud (la antigua Bílbilis), en Aragón; camporruteño, de Camporrobles, en el interior de la provincia de Valencia; calagurritano, de Calahorra, en La Rioja; e iriense, natural de Iria Flavia, localidad de la provincia de La Coruña, en España.
Otra amiga de la península ibérica reflexiona sobre los tres gentilicios derivados de Mérida: emeritenses, para los de esa comunidad española; merideños, para los de Mérida, Venezuela; y meridanos, para los de la capital de Yucatán, en México.
Más aportaciones interesantes: jerosolimitano (de Jerusalén, capital de Israel) y biarrota (de Biarritz, población del sur de Francia).
Vamos ahora con los gentilicios de las capitales en los países latinoamericanos: porteños (como ya mencionamos, de Buenos Aires, Argentina), paceños (de La Paz, Bolivia), santiaguinos (de Santiago de Chile), bogotanos o rolos (de Bogotá, Colombia), josefinos (de San José, Costa Rica), habaneros (de La Habana, Cuba), dominicanos (de Santo Domingo, República Dominicana), quiteños (de Quito, Ecuador), salvadoreños (de San Salvador, El Salvador), guatemaltecos (de Ciudad de Guatemala), tegucigalpenses (de Tegucigalpa, Honduras), managüenses (de Managua, Nicaragua), panameños (del país y de la capital de Panamá), asuncenos o asunceños (de Asunción, Paraguay), limeños (de Lima, Perú), sanjuaneros (de San Juan, Puerto Rico), montevideanos (de Montevideo, Uruguay), y caraqueños (de Caracas, Venezuela). Faltan gentilicios válidos para la capital de Haití, Puerto Príncipe, y para Brasilia, la capital brasileña o brasilera (ya que “brasiliense” no es un vocablo aceptado). Y ahora que mencionamos a Brasil, es común escuchar como sinónimo de brasileño el término carioca, pero este gentilicio se refiere sólo a los naturales de Río de Janeiro.
Nuestros amigos jugadores de Scrabble nos comparten otros casos de gentilicios comunes para los nativos del lugar pero no aceptados como tales en el Diccionario de la RAE, como “huaso” y “huasa”, para los chilenos; “cachaco” y “cachaca”, para los de Bogotá, Colombia; “guayacitanos”, para los de Ciudad Guayana, en Venezuela; “chivilcoyanos”, para los de Chivilcoy, Argentina; y “cachanillas” para los del estado mexicano de Baja California y especialmente para los de su capital, Mexicali.
Para cerrar este espacio, regresemos con la “Malagueña salerosa” y la definición para quien se pregunte el significado del porqué sobresalía esta musa: saleroso o salerosa es quien tiene mucho “salero”: gracia, donaire, gallardía, gentileza, soltura y agilidad airosa de cuerpo para andar, danzar, etc.
Autorizada su publicación por gentileza de la autora.
Norma Garza
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