Con el beneplácito de su autora, la mexicana Norma Garza, aquí se añade uno de sus interesantes y recomendables artículos publicados en Ahorasi.com años atrás:
http://www.ahorasi.com/palabras-mas-palabras-menos-al-mal-tiempo-buena-cara/
“Parece que va a llover, el cielo se está nublando, parece que va a llover… ¡ay, mamá, me estoy mojando!”, cantaban alegremente a bordo de sus motocicletas Pedro Infante y Luis Aguilar en esa vieja película mexicana filmada en tiempos en los que la meteorología no era tan conocida como hoy, que nos prepara para todos los escenarios del clima.
La ciencia que trata de la atmósfera y de los meteoros (o metéoros) ha logrado tal difusión que nos inundó de términos que pueden resultar confusos. Por eso, hoy consultaremos el Diccionario de la Real Academia Española (www.rae.es) y disiparemos la nube de dudas.
Para empezar, sabemos que la atmósfera es la capa de aire que rodea la Tierra… ¿y los meteoros? Es interesantísima la definición de esta palabra: “Fenómeno atmosférico, que puede ser aéreo, como los vientos, acuoso, como la lluvia o la nieve, luminoso, como el arco iris, el parhelio o la paraselene, y eléctrico, como el rayo y el fuego de Santelmo”.
Mientras tratamos de visualizar un parhelio y una paraselene (imágenes del Sol y de la Luna reflejadas en las nubes y dispuestas simétricamente sobre un halo) o un fuego de Santelmo (una descarga luminiscente provocada por el campo eléctrico que deja una tormenta y que se ve en los mástiles de los barcos), vayamos con las palabras que más escuchamos en el pronóstico del clima.
Una tormenta es una perturbación atmosférica violenta acompañada de aparato eléctrico y viento fuerte, lluvia, nieve o granizo. La tempestad es una tormenta grande, especialmente marina, con vientos de extraordinaria fuerza. Otros sinónimos de tempestad son temporal y borrasca.
Huracán y tornado se refieren a lo mismo: ese viento impetuoso y temible que, a modo de torbellino, gira en grandes círculos, cuyo diámetro crece a medida que avanza apartándose de las zonas de calma tropicales, donde suele tener origen.
El ciclón puede ser un huracán o una borrasca y un tifón es un huracán o una columna de agua –también llamada manga- que se eleva desde el mar.
Un chiflón es un viento colado o una corriente muy sutil de aire; un vendaval es un viento fuerte que no llega a ser temporal declarado, y una ventisca es una borrasca de viento, o de viento y nieve, más frecuente en los puertos y montañas.
El vocablo aironazo -de uso común en México- está aceptado por la máxima autoridad de nuestro idioma y se refiere al viento fuerte.
La precipitación es agua procedente de la atmósfera que se deposita sobre la superficie terrestre en forma de lluvia, granizada o nevada. Una nevisca es una nevada corta de copos menudos y la escarcha es el rocío de la noche congelado.
Un aguacero o chaparrón es una lluvia repentina, abundante, impetuosa y de poca duración, mientras que el chubasco es un aguacero con mucho viento.
Chispear es llover muy poco, cayendo sólo algunas gotas pequeñas, como en un rocío, que es una lluvia corta y pasajera. A la llovizna -lluvia menuda que cae blandamente- también se le llama chipichipi (en México, Guatemala y Honduras) y seresere (en Venezuela).
Hemos visto hoy toda una lluvia de términos que nos invita, además, a reflexionar sobre lo útiles que resultan en contextos diversos, como el llamarle huracán a una persona muy impetuosa, o rayo a una persona muy viva y pronta de ingenio o ligera en sus acciones, o decir que alguien está en el ojo del huracán, o hablar de una tormenta de ataques o una tormenta financiera, o simplemente de algo que nos atormenta… ¡Ánimo! Como dice el refrán, “al mal tiempo, buena cara”.
Así vemos sonreír a Infante y Aguilar al son de la guaracha cubana “Parece que va a llover”, del compositor Antonio Matas, en el filme “¡A. T. M.! (A toda máquina)”, dirigido por Ismael Rodríguez en 1951.
¡Hasta el próximo juego de palabras!
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