Carlos Isusi llego al scrabble competitivo en las filas del Zajarí valenciano, para poco a poco destacar como sub1800 hasta que la pandemia cortó la progresión en su mejor temporada. Valiente y con mucha decisión en el juego, lo aprendió de su primer mentor, el campeón de España, M.A. Henares. Después, a pasos agigantados introdujo en su juego más análisis y concentración, acercándose mucho al juego madrileño .
¿Cuándo empezaste a jugar y cómo?
Pues empecé con esto hace ya tiempo ¿eh? echo la vista hacia atrás y me parece que fuese ayer, pero qué va… 12 años ya. Ni siquiera había terminado el instituto, con eso te lo digo todo (risas). En aquel entonces había participado recientemente en torneos escolares de ajedrez (cosas de chavales, nada serio ni de nivel ni mucho menos) y a los 18 me dio por el mundo de las letras, así que empecé a jugar al scrabble por mi cuenta. 2009: ese fue el germen, pero el empujón definitivo vino 3 años después, en 2012, cuando me introduje en el mundo de Apalabrados, la famosa aplicación de cruzar palabras que causó un verdadero furor entre los internautas entre 2012 y 2015. A través de dicha aplicación conocí a Pepa Blasco (ilustre “zajarina”) y al tiempo de conocerla comenzó a meterme dentro el gusanillo del scrabble, el cual tenía abandonado desde hacía tiempo por no tener con quién jugar con asiduidad. Me habló de los torneos, del club Zajarí, al cual pertenecía, y como yo en aquel entonces vivía en Guadalajara me puso en contacto con un miembro del Club Atriles que solía frecuentar la zona: Miguel Ángel Henares. A partir de entonces solíamos quedar en un bar cercano a la casa de mis padres donde echábamos partidas y me enseñaba trucos, el manejo del tiempo, me corregía defectos… En fin, fue un mentor en ese sentido en toda regla. Y así pasó un tiempo, entre partidas de aprendizaje primero y duelos ya más sueltos y casi de tú a tú después, hasta que llegó mi torneo debut: el Abierto de la Comunidad Valenciana de Noviembre de 2014, en el cual no me fue nada mal, por cierto (risas). Y gracias a ellos dos es que hoy formo parte de esto, y no quiero dejar pasar la oportunidad de agradecérselo.
Virtudes y defectos ….como jugador
Esta cuestión me ha llevado un tiempo analizarla con distancia y con perspectiva, y es que al principio creo que mi mayor debe era ser demasiado “visceral”, es decir, me costaba muchísimo controlar mis emociones e impedir que afectasen a mi desempeño, como el digerir derrotas si éstas se producían de manera cruel o inesperada, y esto en el scrabble es el pan de cada día como todos sabemos, pues mal que bien siempre vas a tener una partida en la que vengan mal dadas o una partida que se decida por detalles ínfimos… o incluso que se decida por nuestra querida amiga la Q cuando tenías la partida ahí ahí y te quedas con cara de tonto (risas). Debo confesar que no es un defecto que haya conseguido sacudirme del todo, pero hasta el infortunado parón por la dichosa pandemia sí que me sentía más fuerte en ese sentido y creo que de aquí en adelante no será un problema, pues ya estoy muy mentalizado en ese sentido.
También otro debe que tengo (y este no va tan avanzado como el anterior) es el de ser demasiado impulsivo en ciertos momentos, lo típico de “no debí haber abierto este espacio” o “tenía que haber probado más combinaciones antes de hacer jugada”. Me falta reflexividad y creo que es un concepto en el que tengo que trabajar bastante duro de aquí en adelante.
Virtudes… bueno, alguna habrá supongo (risas). Soy un jugador valiente, no me gusta nada especular con el resultado ni con las fichas. Voy a tope con todo lo que tengo y doy el 100%. No siempre me aporta resultados positivos porque a veces puede parecer una actitud un tanto kamikaze pero me siento mejor conmigo mismo si lo hago así y, aunque no lo creáis, este “arrojo un tanto caótico” también tiene su dosis analítica y su punto de estrategia. También yo diría que tengo una buena capacidad de adaptación a la partida, es decir, no tengo ningún problema en no llevar la voz cantante durante la partida y que el devenir del tablero lo dicte mi rival. Obviamente que aquí influyen muchos factores y si me veo con el viento a favor soy yo quien se lanza a mandar en la partida (un poco siguiendo la línea de lo que comentaba antes de que no me gusta especular) pero también me puedo adaptar a un contexto diametralmente opuesto. Es otro de los factores que más me costaba al principio y que veo que cada vez llevo mejor, aunque aún me queda muchísimo margen de mejora.
Después de un gran campeonato de España en el 2018, acumulaste titulos consecutivos de segunda categoría hasta tu ascenso definitivo, La pandemia cortó tu progresión. ¿Supone que esta se puede considerar la temporada de tu despegue?
Recuerdo aquel Nacional como si fuese ayer mismo y ha sido sin duda el punto de inflexión en mi carrera como jugador hasta ahora. Un torneo en el que confluyeron toda suerte de azares y de eventualidades en cada partida y en el que llegué a estar mentalmente en lo más alto y en lo más bajo. Especialmente dura fue la caída cuando al último día del torneo llegaba con todas las posibilidades y la moral por las nubes después de un Viernes aceptable y un Sábado pletórico (cosa que no era nada habitual en mí, pues siempre he sido un jugador de Sábados flojos y Domingos de “resurrección”). Pero quizá me penalizó el no estar preparado mentalmente para competir en mesas altas y eso provocó que llegara a la última partida totalmente abatido y sin opciones. Podría perfectamente haber supuesto esto que recordase aquel Nacional como uno de los peores torneos de mi carrera hasta ahora, por el sabor extremadamente amargo que me dejó al final, pero para mí supuso hacer “clic” en mi cabeza y extraje un montón de enseñanzas y de escarmientos de lo vivido en aquel evento. A partir de ahí mi manera de encarar los torneos cambió, y me fue bastante bien, porque ya no fueron solamente los títulos Sub y el ascenso de categoría, sino que me sentía cada vez más seguro, cómodo y confiado jugando, pero a la vez con los pies firmes sobre la tierra y consciente de mis posibilidades y limitaciones.
El COVID frenó en seco todo este proceso y cuando se celebre el próximo torneo en Madrid (el que previsiblemente será el torneo en el que pueda por fin volver a disfrutar de esta maravillosa afición) será toda una incógnita el “en qué habrá quedado todo aquello”, pero esto es como montar en bici y supongo que no se olvida, por lo que iré con las ideas muy claras y con mucha ilusión por retomar el ritmo competitivo, y lo demás ya se dará.
De ser un jugador poco cauto ahora te califican de jugador estratégico. Si el devenir de una partida lo permite, ¿cómo prefieres que se desarrolle esta, cerrada o abierta?
Pues yo no me considero excesivamente estratégico, la verdad. Camaleónico si me apuras, pues como te comentaba un par de cuestiones atrás una de las facetas que intento mejorar en mí como jugador es la de la capacidad de adaptación, pero creo que me falta potenciar ese punto reflexivo para hilar fino muchas jugadas que normalmente se me escapan. Ya no juego a lo loco como lo hacía al principio, en plan suicida, pero todavía quedan reminiscencias de aquel jugador impulsivo que debutó en Valencia sin saber dónde se metía (risas).
Respondiendo a tu pregunta, soy un jugador con un gusto muy marcado por las partidas abiertas, por el juego valiente, luchas encarnizadas a cara de perro y a pecho descubierto sin nada que perder y todo que ganar. Pero entiendo que la estrategia es un factor altamente determinante en este juego y en este deporte (porque así lo considero) y muchas veces el rival te propone cerrar espacios, una partida de ritmo lento, de desgaste, de erosión mental. Hay que estar preparado para partidas así y aunque no les tengo ninguna simpatía me estoy adaptando a ellas, porque son parte del juego.
¿De qué jugadores sientes que has aprendido más jugando?
Principalmente de mis dos mentores, como ya comenté en la primera cuestión y en especial de Miguel Ángel. Todo lo que me enseñó cuanto yo era apenas un brote verde en esto del scrabble lo he valorado mucho siempre ya que me ha servido muchísimo. Hay cosas que he adaptado a mi juego, cosas que he tomado tal como me las enseñó y cosas que he desechado, pero todo ello ha sido de gran valor para mí. Hay varios jugadores con los que he coincidido mucho a lo largo de estos años que, por conocernos más a fondo, por cercanía o por pura repetición, pues me han marcado más, como podrían ser Graciela Dalmas, Ginés Balsalobre, MJ Lapieza, Xavi Camprubi, Ángel Malpartida, Mª José Monreal, los asiduos del club Atriles…
Y puede que suene a tópico, pero del resto de mis rivales también siempre he extraído algo. Especialmente de los rivales top, a los que un imberbe recién llegado como yo lo fui en su día no podía evitar admirar y quitarse el sombrero por el nivel que demostraban, y cada vez que he conseguido dejarme caer por las mesas altas siempre he podido extraer algo útil.
¿Hasta dónde crees que puede llegar tu desarrollo competitivo?
Creo que esa es una gran incógnita (risas). Y es que hasta el Nacional de 2018 de Castellón, aquel torneo que supuso el punto de inflexión definitivo para mí, ya llevaba un tiempo bastante estancado (de hecho no hacía mucho tiempo atrás había firmado el peor torneo de mi corta carrera en Madrid, quedando penúltimo y con un bagaje lamentable) y pensaba que me iba a quedar ahí, en un ELO que bordeara los 1700 raspados y aspirando a completar la máxima del 50% en los torneos (la de no perder más partidas de las que pudiese ganar). Y tras Castellón todo fue ir en ascenso, tanto que al mes siguiente me vi luchando hasta por un puesto en el podio en la última partida. Una auténtica locura… Como ya dije, no sé qué pasará cuando regrese, pero espero poder retomar el ritmo y el nivel competitivo y que estos dos largos y tediosos años de ausencia no me pasen factura. Desde luego yo daré el 100% y llegaré muy motivado a esa “primera cita post-parón”.
Eres un jugador que alterna mucho la competición en el centro de España con la zona mediterránea. ¿Qué diferencia has notado en los diferentes estilos de juego?
Pues si os soy sincero me gustaría mucho poder frecuentar más otras zonas con tradición “escrabelera”, como Catalunya o Andalucía, pero mi economía y/u obligaciones laborales me lo impiden con frecuencia. Y es que jugar en Madrid, Argamasilla recientemente (que ha sido un gustazo para mí la irrupción de este torneo en el circuito) o en la Comunidad Valenciana no me arroja un análisis muy completo en cuanto a estilos, pero sí distintivo. No soy muy bueno tampoco en estas lides del análisis (y 2 años de inactividad no ayudan mucho a mi memoria) (risas), pero sí he notado que en Atriles se estila un juego mucho más tenso y disciplinado (mucha reflexividad, análisis exhaustivo del tablero, ritmo lento y pausado…) pero no necesariamente que implique un juego cerrado a rabiar. En cambio, jugando contra miembros de clubes de la Comunidad Valenciana y de Murcia el juego normalmente se desarrolla más abierto, más distendido, menos analítico y más práctico por decirlo de algún modo, y en líneas generales un tanto más frenético. Y es por ello que la práctica totalidad de las partidas que más he disfrutado a lo largo de mi trayectoria hasta ahora han sido en torneos de la Comunidad Valenciana y contra rivales de allí, algunas de ellas partidas con un ritmo demencial que provocarían una insuficiencia cardíaca al más pintado. En Catalunya solamente he tenido el gusto hasta ahora de participar en los torneos del Club Altafulla, una zona (la tarraconense) que ya conocía de antes y que adoro especialmente. Y si os soy sincero no logro sacar en claro un estilo definido de sus miembros, pues al menos con lo que yo me he topado hasta ahora ha sido con una pintoresca (y ciertamente desconcertante a la hora de analizar rivales) variedad de estilos.
¿Qué le ha aportado el scrabble a tu vida?
Para mí ha sido una bendición la entrada del scrabble en mi vida, porque siempre he tenido mucha afición por las letras desde pequeñito y descubrir que existía algo como esto, que me permite desarrollar de manera competitiva una afición que me encanta y además combinarla con poder viajar es una auténtica gozada. Me lo tomo como un disfrute, como una afición y en ocasiones hasta como un capricho en lo que a ocio se refiere, pero también me ayuda mucho a desarrollar mis capacidades, y eso es algo muy de agradecer, porque es algo que puedo extrapolar a otros ámbitos más serios de mi vida y eso siempre es un plus.