EL MÉTODO WINTER

Tori Martinez llegaba a la última jornada del Campeonato de España dispuesto a batirse en la última mesa con Miguel Winter. Lejos estaba  siquiera de quedar en los primeros puestos, por lo cual aquella noche se olvidó del juego y la concentración dedicándola a los más variopintos entretenimientos.

A la mañana del domingo jugó y ganó  y a la siguiente partida encontró un rival que venía de perder y al que tampoco le costó derrotar. Continúo recogiendo cadáveres que provenían de derrotas y acumulando victorias desde abajo. Resultado final inesperado: clasificó en noveno lugar. Curiosamente el puesto idóneo que entre varios rebotes le facilitaba plaza mundialista.

Tori Martinez descubrió el secreto de la felicidad ante la adversidad y cuando comenzaba mal un torneo, esbozaba una sonrisa. Estaba claro no ganaría pero algo honroso podía intentar.

Nuevamente llegó otro campeonato nacional y ni corto ni perezoso vió como arrancaba con mal pie. Ni se inmutó cuando se vió en las últimas mesas y repitió su estrategia. Jugaba contra rivales ajenos al top, rivales que por lo general venían de perder, moral baja y pocos animos en última jornada. Tori se sentía en su salsa, dominaba la situación, se emocionaba haciendo morder el polvo a sus contrincantes. Otra vez entre los diez primeros y sin nunca optar a podio ni de cerca, era lo suficiente para obtener otra plaza mundialista.

Por supuesto perfeccionó el método al que en esas fechas se le comenzó a denominar MÉTODO WINTER en honor a su incauto instigador. Torneos de seis rondas, de diez…él sabia cuando aún se podía, claro está era consciente que siempre tendría el peor criterio de desempate e incluso que una de las obligaciones ineludibles del método era ganar la última. Ello no quiere decir que lo hiciera a conciencia, simplemente era el mejor sistema de mantener el optimismo si las cosas se torcían de inicio, y ya no sólo eso, sino que además disfrutaba a posteriori de partidas más plácidas, menos exigentes y con obvios resultados positivos, como decentes clasificaciones e incluso un podio en torneos de no muchos participantes.

Se corrió la voz y muchos trataron de imitarlo, aunque nadie llegó al grado de exquisitez y resultados. Hubo quien elevó al cielo el grito hablando de intencionalidad, algo muy lejano a la verdadera raíz. Y todo porque en el ajedrez ya existe un término parecido y vilipendiado:

 

  submarino

Práctica habitual en los torneos donde un jugador que jamás ha estado en las primeras mesas gana las últimas rondas y aparece en un lugar privilegiado de la clasificación sin haberse enfrentado a ninguno de los primeros.

 

Pasados los años Tori Martinez no necesito de ello, y en la actualidad es un reputado jugador que gusta de estar en las primeras mesas desde el inicio de un torneo e incluso gana.

Como él, muchos sucumbieron al entusiasmo del WINTER y hoy por hoy adquieren el grado de maestro en su práctica (aún se desconoce si con intencionalidad o no). Saben el momento exacto de frenar su descenso, el rival incluso idóneo para soñar con la remontada. Sigue siendo propicio para buscar clasificaciones mundialistas nacionales, por vía de acceso directo en torneo Extras, plazas en regionales, entrar entre los diez primeros de un torneo y en su valor de GRAN MAESTRO, entrar en podio.

Muchos jugadores, si, pero nadie con la pulcritud, el tacto, inteligencia y resultados obtenidos por su inventor.

El Método Winter sigue siendo actualidad y sin embargo nadie sabe donde para aquel jugador de última mesa que le dio nombre. Ni siquiera se sabe si será consciente de haber hecho historia.

 

Nota: 

Cada jugador tiene un nivel, una posición más acorde a este. Quizás el “winter”  permita llegar a resultados no sin riesgos, pero si con más equidad de rivales. Es por ello que como todo en la vida, este método tiene un antagonismo en el denominado “efecto gaseosa”, clara némesis que cumple una justicia equitativa:

 “si ganas mucho de salida, siempre jugarás en primeras mesas con altísimo nivel, y claro está, si careces de ese nivel lo pagas y te diluyes, con lo que conlleva de desmoralización, mal sabor de boca y por consiguiente, un goteo de derrotas que te apea del ansiado éxito o podio”

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