NIGEL RICHARDS EN GRANADA por José Fernández

Lo primero que se puede decir es que las fotos no le hacen justicia. Parece que cuando alguien publica un artículo sobre él elige la imagen más estrafalaria de las que ha tenido en su vida. Todos o la mayoría hemos exhibido en ciertas épocas un look del que renegaríamos ahora mismo.

De cerca, ves más su ternura y cuando sonríe incluso su parte infantil. Una griega -no nuestra Evanthia- se acercó a él y le habló un poco del scrabble heleno. Él mostró interés y yo le dije a ella: “Mándale la lista de palabras». Él con una leve sonrisa expresó que por el momento no. Ella se sorprendió de que el tablero no era rotatorio. Él le confesó que eso es horrible (awful), yo sonreí y él replicó mi espontánea reacción. En las primeras partidas solicitó poner el tablero de frente y algunos jugadores caballerosamente accedieron. Pero al enterarse de que el reglamento primaba la lateralidad renunció a seguir haciéndolo. Habrá que ir pensando en tener algunos tableros rotatorios si queremos volverlo a ver…

Nigel Richards es una persona muy amable, que acepta sin objeciones las peticiones de fotos, siempre requeridas de forma cortés. Me pareció que el excesivo contacto no encajaba con los códigos de acercamiento físico de su cultura, por lo que era mejor darle algo de espacio.

Entre ronda y ronda le gustaba observar a la gente. Se dice que es una persona poco proclive a las relaciones humanas. Si eso es así, personalmente rechazo que eso provenga de una misantropía, más bien de una tierna timidez. Tampoco es fácil estar rodeado de casi doscientas personas a las que no conoces de nada, ni hablas su idioma. Atendió y charló educadamente con aquellas que se le acercaron.

Cuando sonaba la música de inicio de ronda se tapaba los oídos. Es sensible al exceso de decibelios; lo cual indica, en mi humilde opinión, buen gusto.

It´s just a game

En ningún momento preguntó por la clasificación, o qué puesto ocupaba. A una jugadora sí le inquirió sobre los jugadores que lideran el ranking. Al ver que no había muchas mujeres le comentó con humor británico: «O sea que eres la chica que quiere entrar en el grupo de los chicos«.

Día y medio después de publicarse los resultados de la duplicada le comenté que había quedado segundo, pensando que ya lo sabía, pero fue la primera noticia que tuvo. Durante la primera duplicada, él estaba sentado en un extremo y alguien de pie le impidió ver la virgulilla de la Ñ. Llegó a levantar la mano, pero no se atrevió a hacer un llamamiento oral y esta circunstancia no fue advertida por estar él en un punto muy esquinado. A pocos segundos del final, pudo ver la Ñ, pero in extremis puso una palabra inválida, DAÑIA. No le dio ninguna importancia a este hecho, sólo dijo “it’s ok, it’s just a game».

Diría que a estas alturas de su carrera sigue la máxima de Kipling: “Trata a esos dos impostores llamados victoria y derrota (éxito y fracaso) con igual indiferencia”.

Lo importante sucedía cuando empezaba la partida y las letras lo retaban. Nunca sometió las fichas a ese baile que hacen otros jugadores. Marcaba la jugada en el atril y, si cambiaba de idea, recolocaba las fichas para armar la nueva opción con movimientos muy suaves. No separaba el bloque de 7 letras salvo para reubicarlas. Rara vez elegía una tercera alternativa. No presionaba al rival con el tiempo. Corrigió alguna suma errónea del contrincante que le hubiera beneficiado.

Me dijeron que no ponía el nombre de su oponente en el cuaderno de juego. Se sorprendió del número de impugnaciones de palabras que recibió. Él por su parte impugnó dos palabras válidas: HUYO y VIAL. Al ser de pocas letras las leyó hace más de un año y no las tenía tan frescas como las de más letras.

Tengamos en cuenta que para Nigel todas las palabras en español son iguales desde el punto de vista de su rareza. No sabe si REGORJAR (verbo antiguo que puso) es una palabra que usamos tanto como PAN.

Los dos noes de Nigel

Airan le ofreció amablemente una chocolatina, y Nigel le respondió simplemente: «No». Johnny Pulido, con quien hizo buenas migas y hasta le enseño algo de español, le pidió sacar una foto de su cuaderno de juego y recibió la misma respuesta.

Su técnica de aprendizaje consistió en leerse todas las palabras de entre 2 y 9 letras de la lista FILE, actividad a la que dedicó una hora al día. Si sobrepasa ese tiempo su cerebro no rinde. Una lectura es suficiente para que se le queden grabadas en la memoria. Sin embargo, puso una palabra de 11, BALACEARÍAS añadiendo BA a LACEARÍAS. Suponemos que dedujo que al terminar en S sería válida.

Gentleman Richards

Cambió su vuelo un día antes de la ceremonia de premiación cuando se enteró de que no podría asistir. La organización tuvo la sensibilidad de ofrecer entregarle primero su galardón para evitar la espera, pero él renunció por evitar privilegio alguno. Finalmente, se le convocó a una hora para entregarle el trofeo. Estuvo aguardando fuera para evitar el bullicio, pero la ceremonia -como suele pasar- se alargó demasiado, y finalmente se retiró porque era muy tarde y estaba muy cansado.

Creo que su comportamiento fue, dentro y fuera de la mesa de juego, caballeroso.

Nigel Richards está adornado de todas las emociones que hacen disfrutar o sufrir a cualquier mortal. Es humano, muy humano… salvo cuando está delante de un tablero.

José Fernández

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