MALAS RACHAS por Josep Ferrater

Una mala racha es algo más que una cadena de malos resultados, implica la sensación de no ser capaz de sobreponerse, de sentir que hagamos lo que hagamos volveremos a perder. Por tanto, una mala racha es la suma de malos resultados junto con la creencia de que no podremos superar dicho escollo.

Seguramente en todos los deportes existan malas rachas, pero resulta más doloroso cuando en cualquier juego individual uno no puede compartir el “fracaso” o la impotencia con sus compañeros de equipo y se siente el único responsable de lo que sucede en el tablero. A esto debemos sumar el agravante de que cuando encadenamos malos resultados podemos caer en una especie de duda permanente sobre nuestras capacidades, que a su vez lastrarán aún más nuestros resultados. Es decir, es un círculo que se retroalimenta.

Las malas rachas afectan fundamentalmente a la confianza y de manera indirecta al amor propio. Existen malas rachas en las que a un jugador acaba por darle la impresión de que puede perder con cualquiera, y al final sus propios augurios acaban consolidándose en realidades desagradables en forma de errores y derrotas.

Cómo en cualquier deporte, existen las fluctuaciones en el rendimiento, pero no es el caso. La crisis de confianza es diferente porque acaba generando “fantasmas” que parecen existir fuera de nosotros, pero, en realidad, son proyecciones de lo que podría haber, debería haber o hubieran sucedido partidas atrás. Estos recuerdos o fantasías tiran de nuestra conciencia generando asociaciones entre lo que está sucediendo ahora y lo recordamos que pasó.

Es importante acudir a la raíz del asunto. La clave para manejar estas crisis de confianza que tanto afectan al rendimiento es desarmar las alarmas de incendio.  Mantén la calma y acepta de verdad la posibilidad de nuevas derrotas. Se trata de auto inculcarte la diferencia entre lo que está dentro de ti y fuera de ti, y lo que ya ha sucedido frente a lo que pueda ocurrir.

¿Cuáles son las reales y las percibidas?

Muchas veces nos mantenemos en una crisis de confianza como consecuencia de un estado de egocentrismo mantenido. El egocentrismo es uno de los peores enemigos del jugador. Distancia tu esfuerzo actual de las expectativas y los resultados de los esfuerzos anteriores. Sigue preparándote y los buenos resultados volverán y empezarás a entrar en una inercia positiva de buenos resultados.

Resulta también imprescindible descansar, pero en el sentido de crear una inactividad a conciencia. Una de las grandes dificultades con las que un jugador se encuentra es la dificultad para progresar incluso haciendo esfuerzos para ello. Cualquier jugador fluctúa en su rendimiento y este nunca es constante, aunque a veces los cambios son francamente imperceptibles. Curiosamente, hay determinados patrones muy arraigados en el juego que suelen tirar del nivel hacia su escala inferior, suelen ser mecanismos muy automatizados e incorporados como “por arte de magia” en la forma de comprender el juego. Una de las claves para mejorar es deshacerse de esos patrones y vaciar la forma que tenemos de interpretar una partida.

Es muy útil alternar algunas partidas de entretenimiento con algunas semanas de inactividad total. Esto significa: nada de problemas, nada de competencia, nada de estudio y nada online. Te olvidas del juego y éste desaparece completamente de tu vida. Verás, como a la vuelta probablemente determinadas habilidades para el juego hayan decrecido como la intuición, la visión táctica, pero, en cambio, tu mente se habrá vaciado y podrá adquirir nuevos patrones de juego.

Ese es el momento de ponerse a estudiar y volver a utilizar un nuevo enfoque en positivo.

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