¿HASTA DÓNDE LLEGA EL TECHO DE CADA JUGADOR? por Iván Ottenwalder

Cuando nos iniciamos en el juego del scrabble lo hacemos por lo regular de manera torpe, cometiendo errores, con un repertorio de vocabulario limitado, con los reglamentos no del todo bien aprendidos y escaso nivel de estrategia.

Una vez mejoramos el nivel de juego comenzamos a dominar mejor el tablero, la colocación de las combinaciones de palabras, aumentamos nuestro léxico, las estrategias empiezan a fluir y memorizamos bien las reglas del juego. 

El aprendizaje entra en un proceso de evolución. Ya en ese ritmo el jugador se familiariza con el juego y difícilmente quiera dejarlo. Surgen entonces las intangibles, como la emotividad, espíritu de guerra, aire ganador, para decirlo brevemente, la mística.

 El deseo de superación se apodera del scrabblero, se asocia con otros buenos jugadores, asiste a clubes, sufre las derrotas, goza las victorias y se preocupa por su ELO, que es la medición del promedio de juego de cada practicante.

 Pero llega un momento en que el nivel del jugador alcanza su techo y no sigue avanzando. Y en este sentido es bueno preguntarse, ¿por qué?, ¿qué le sucedió?, ¿por qué este llegó más lejos que aquel?

 Todas esas interrogantes pueden responderse si se analizan factores como el estancamiento, decaída del sentimiento de competencia y falta de apelación al revisionismo, es decir, la autoevalución y corrección de los errores cometidos. También podemos sumarle la dejadez por aumentar el repertorio del vocabulario. Sin embargo, vemos casos de scrabbleros con un nivel de juego constante e imponente porque hacen todo lo contrario a los que se rezagan. 

Cuando llegamos a un tope como jugador y no avanzamos, inmediatamente debemos ser introspectivos, preguntarnos qué está pasando. Si es posible pedir asesoría a alguien que juegue mejor que nosotros, hagámoslo. 

Se puede decir que los imponentes, como citaba antes, no escatiman esfuerzos en trabajar por la excelencia estratégica, aprender diariamente palabras nuevas (eso es determinante en el juego), revisan constantemente sus fallas, llevan un excelente control de las letras colocadas en el tablero y de las que faltan, dominan la presión en los momentos determinantes e incluso ante la adversidad y mantienen siempre una mentalidad ganadora. Así se crean los campeones. 

Pero al final debe quedarnos algo bien claro: no todos nacieron para la competencia. Hay personas que aman este juego simplemente porque les gusta divertirse pasando un buen momento con otra. Empero hay otros que lo ven como un desafío y estandarte sagrado en sus vidas.

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