El mexicano Jesús Ortega se proclamó campeón mundial individual clásico tras imponerse en la fase regular y posteriormente al argentino Luis Acevedo (subcampeón) en la finalísima. El cubano Miguel Stevens, en su debut sorprendió con una meritoria tercera posición final. Para México, amén de su mejor participación como delegación, supuso la primera victoria de uno de sus jugadores en competición mundialista.