EL AMIGO TRAMPOSO

Desde la página EL TWIST DEL ESCABEL nos llega este artículo de opinión de interesante lectura. Que cada uno enjuicie, valore y extraiga sus conclusiones. http://eltwistdelescabel.blogspot.com/  

Todos nos hemos topado con alguno al menos una vez. En la vida, son aquéllos que ofrecen menos y esperan más. Son otras cualidades de su personalidad (o tal vez una afinidad especial en otros aspectos de nuestra relación, o quizá una suerte de autoexigencia en algún momento de nuestra historia común), las que nos mueven a mantenerlos bajo esa etiqueta tan cara y no siempre bien ganada de “amigos”. Esta aceptación pasará siempre por el convencimiento de que nunca recibiremos tanto como dimos. Pero no importa: eso es “aceptar”.

En el juego, en este maravilloso y terrible juego nuestro en que influye el azar, en este maravilloso y terrible juego nuestro en que la competencia y la amistad se distribuyen, al menos hoy en día, a partes iguales, el azar o la amistad, monedas de dos caras enfrentadas, pueden convertirse en ángeles o demonios. El azar nos llevará a victorias y derrotas imprevisibles si sólo atendiéramos a otros méritos. La amistad nos llevará a tener que aprender a perder y a ganar (algo siempre tan difícil en la competición y en la vida) con un grado de exigencia en ese aprendizaje mucho mayor que si compitiéramos en disciplinas con menor grado de sociabilidad. Aceptar el azar y la amistad es un aprendizaje mucho más complicado que cualquiera de los que se plantean sobre el tablero.

Uno no llega a saber nunca si pondría la mano en el fuego por sí mismo; es condición humana. ¿Qué no sería capaz de hacer en una situación competitiva en que una pequeña ayuda me llevara más lejos, me hiciera más grande, me ofreciera más éxito? Muchos no lo sabemos aún, pero tal vez un día, casi sin quererlo (condición humana), encontraríamos la respuesta a esta pregunta escondida detrás de una pequeña tentación. Tal vez ninguno de nosotros estemos libres de la tentación.

La tentación es un error. Error humano, condición humana. Pero cuando haces trampas, puedo verte. Y si he podido verte yo, y ayer aquél, y mañana el otro, significa que has hecho de la tentación excusa y de la trampa un modo de vida. Pareces haber llegado más lejos, se te ve más grande, has hecho amistad con el éxito. Pero jamás sabrás quiénes o cuántos de todos ésos que, a pesar de todo, aceptan considerarse tus amigos, conocen tu secreto. Estás más cerca de lo que crees (a sólo un tablero de distancia, allí donde la vista y la discreción de tu oponente son capaces de tocarte), eres más pequeño de lo que sabes y tu éxito vive sólo en un frío estante. Pactaste contigo mismo mantener un secreto, un secreto en beneficio del resultado, de tu resultado. Hoy tu secreto ha dejado de serlo y, peor aún, es para ti secreto cuántos lo descubrieron.

Ayer te volví a ver escrutando la bolsa furtivamente. Amigo mío, cuando quieras, cuando tú decidas, seremos más amigos aún. Dependerás mucho más del maldito azar que nos depara el juego. Ya no serás tan grande. Será difícil acostumbrarse a eso. Acabaremos el juego, nos felicitaremos como siempre y todo será igual, o parecerá igual que siempre. Pero habrá algo, especialmente algo que habrá cambiado. Murmullos, rumores, dejarán de perseguirte como sombra que, por más que te volvías, jamás conseguiste ver. Volverás a saber de nuevo que no te engañas. Y AMISTAD será, de nuevo, mucho más que una palabra de siete letras con bonificación de 50 puntos.

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